El elefante y la estaca
Por: Cristiana
Guevara-Mena
¿Alguna vez se han preguntado por qué un elefante no se
escapa de un circo? Pues, resulta que agarran a un elefante bebé y lo amarran a
una estaca con una cuerda o cadena que es a su vez enterrada. Siendo aún un
elefantito, por más que tire de la cuerda o de la cadena al que está amarrado para
poder soltarse y escapar, no puede porque no tiene suficiente fuerza. A medida
que va creciendo, el elefante se va convenciendo de que no puede soltarse y se
resigna a ser un elefante amarrado a esa estaca. Cuando ya el elefante está
grande, con toda la fuerza que eso implica para poder arrancar la estaca y
salir corriendo, no lo hace porque el elefante se ha auto convencido y
resignado que no puede escaparse del circo porque desde pequeño no pudo soltarse
de esa estaca.
Como pueblo, a lo largo de nuestra historia hemos vivido en
un ambiente de corrupción, maltrato, atropello, e injusticias de parte de nuestros
gobernantes. Ha pasado ya tanto tiempo que ya lo vemos como algo normal. La
pobreza que vivimos a diario lo vemos con tanta naturalidad que a veces ni lo
notamos, se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Que los dirigentes
políticos abusen de cualquier forma posible, violen la ley y hagan juegos
sucios desde sus puestos lo vemos como el circo donde vive el elefante. Aparentemente
es una verdad que no podemos cambiar, porque nos han querido convencer que
somos incapaces y débiles para transformar nuestra realidad. Los cirqueros de
turno nos han querido domesticar como pueblo al punto que nos demos por
vencidos de soltarnos libres.
Actualmente, los dueños del circo creen que se puede vivir explotando
y abusando siempre del elefante para poder generar ganancias en su circo y se
mantenga de pie. Ellos creen que los atropellos, las amenazas y las asfixias
económicas que le dan al pueblo servirán como la estaca del elefante para que
no se libere y siga adiestrado y obediente. Según ellos, estas tácticas servirán
todo el tiempo. Sin embargo, para su propio lamento, ellos no cuentan con que
el elefante se entere de su tamaño, capacidad y fortaleza para que se suelte de
la estaca, les destruya todo el circo, y de paso los aplaste. Esa forma de
mantener amarrado al pueblo no les durará por mucho tiempo.
Algunos azotes de adiestramiento son: el alza injusta de los
servicios públicos de luz, agua y servicios de comunicación al punto que se
vuelva impagable para la gran mayoría de la población; el empleo condicionado a
cambio de lealtad al partido; y sobre todo, la plaga de la corrupción regada
hasta el último rincón de las instituciones del Estado. Estos latigazos que
usan contra el pueblo para mantenerlo domesticado y amarrado a su estaca de
pobreza y miseria, no duraran mucho puesto que los domadores de fieras se
creen invencibles, cuando en realidad son frágiles y asustadizos, y le tienen
miedo a la grandeza del elefante. Es por eso que dichas flagelaciones no serán
suficientes para mantener al elefante amarrado a la estaca que supuestamente lo
tiene preso, no hay consistencia ni en el domador, ni en la estaca. Ahora, el
elefante ya está grande y tiene toda la fuerza necesaria para destruir todo
aquello que lo reprimía de su libertad.
Para que el pueblo se suelte de su estaca, en preciso que se
entere y tome conciencia de su propia fuerza y tamaño. Ya no es un elefantito
al que pueden engañar fácilmente amarrándolo a una estaca del cual no se podía
soltar. Ahora es tan grande y fuerte que es capaz de destruir todo el circo que
lo rodea que representa corrupción, sometimiento y pobreza. Tenemos tanta
fuerza como pueblo que ya no habrá estaca que valga para mantenernos presos y
domesticados por unos simples domadores de bestias que en realidad nos tienen
más miedo a nosotros que nosotros a ellos. Ellos saben muy bien que no son más
que minucias al lado del gran elefante. Debemos ver que la estaca que nos tiene
amarrados no es más que eso, una estaca. Sólo hace falta que el elefante se
despierte, tome fuerzas, destruya el circo y sea libre. Como todo elefante debe
ser.