sábado, 25 de mayo de 2013

El niño que gritó lobo






El niño que gritó lobo

Por: Cristiana Guevara-Mena


Había una vez un pastorcito que cuidaba ovejas en el campo. Era muy chistoso y le gustaba alarmar a la gente del pueblo porque estaba aburrido, así que varias veces fue corriendo al pueblo gritando que un lobo estaba atacando a sus ovejas. Cada vez que el niño gritaba, los habitantes del pueblo salían corriendo con palas y hachas hacia el lugar donde pastaban las ovejitas para defenderlas del lobo. El pastorcito mentiroso se reía a carcajadas de ellos porque se la creían cada vez. Hasta que un día, apareció verdaderamente el lobo y el pastorcito corrió al pueblo a pedir ayuda. Gritaba y gritaba - ¡Viene un lobo! ¡Me mata las ovejas! – Pero nadie creyó. Entonces el lobo le destruyó todo el rebaño. Ese cuento se lo dicen a los niños para enseñarles que en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.

Cuando nuestro presidente habla sobre sus supuestos grandes proyectos para la nación que hasta la fecha no los vemos por ningún lado, difícilmente la población con sentido común le cree. Sus promesas de mejoría en la educación, sistema de salud, empleos, entre otras cosas, no son más que engaños, como los del niño del cuento. Desde que tomó posesión en el 2007 hasta la fecha, no hemos visto en acción ninguno de esos proyectos, y el país está peor que como lo recibió. Naturalmente, debemos entender que nada de esto está en sus planes de gobierno, puesto que lo que le interesa mantener al pueblo engañado con sus “gritos de lobo” para su propio entretenimiento y lograr su propósito: alcanzar el poder absoluto.

Como podemos notar, nuestro presidente padece de mentira compulsiva. Sus gritos de lobo no son más que falsas promesas para engañar al pueblo. Ya se ha mencionado sobre el puerto de aguas profundas más grande de Centroamérica, hasta la fecha no hemos visto ningún puerto por ningún lado. Vino también el presidente recientemente fallecido de Venezuela a prometer una supuesta refinería de petróleo, hoy día no hay más que un terreno baldío con la única piedra que pusieron en la inauguración. Se ha oído hablar también de un ferrocarril que recorrería el país, hasta ahora no hemos visto ni rieles. Nos viene a la memoria también un satélite que se iba comprar, y nunca supimos qué pasó con eso. Estos son uno de los tantos gritos de lobo de nuestro presidente al pueblo, para su propio lamento ya nadie le cree.

El más reciente grito de lobo es el del Canal más grande del mundo que unirá el Atlántico con el Pacífico y que nos sacará a todos de la pobreza. Esto es un proyecto histórico que ha existido desde la colonización hasta la fecha, y que hoy representa para los nicaragüenses el curalotodo de nuestros males económicos y sociales. Actualmente, lo retoma el presidente de turno y dice que esta vez sí se hará. Esto no es posible por las siguientes razones: En primer lugar, este gobierno nunca ha tenido plan de nación, solamente le ha interesado su propio enriquecimiento. Nunca ha hecho un gran proyecto en los diecisiete años que lleva en el poder contando los años ochenta, y es ingenuo creer que ahora milagrosamente han cambiado su forma de pensar. En segundo lugar, nadie con sentido común le presta grandes cantidades de dinero a alguien insolvente y endeudado. Cualquier persona entendida de negocios sabe que dicho préstamo no es rentable para nadie, especialmente cuando el deudor tiene mala fama de todo tipo.

Es necesario que los nicaragüenses no nos dejemos engañar. Tenemos que aprender a ver a través de las palabras que nos dicen y ver las verdaderas intenciones que tienen con nosotros. Identificar a los mentirosos nos ayuda a no caer en trampas. Hagamos como el pueblo del cuento que ya no le creyó más al niño mentiroso y aburrido, hay que dejar que al niño y a su rebaño de borregos se lo coman los lobos. Es preciso que al niño le demos una lección para que aprenda que no cuenta con el apoyo del pueblo para que lo llegue a sacar de apuros cuando realmente lo necesite, porque nos ha querido ver a todos la cara de tontos. El pueblo nicaragüense no es nada tonto, y a la hora de la verdad, el niño y su rebaño de borregos verá que tendrán que ingeniárselas solos. Lo más probable es que se lo coman los lobos.


1 comentario: