domingo, 23 de marzo de 2014

Oda a Venezuela



Oda a Venezuela

Por: Cristiana Guevara-Mena



La hermandad entre Nicaragua y Venezuela se manifiesta desde el calor de los trópicos, las bellezas naturales en sus islas Margarita y Corn Island. En las montañas de los Andes y nuestra línea de fuego de volcanes. Al igual que maravillas de Salto Ángel y Ometepe. Compartimos el calor humano de sus pueblos y la misma herencia de la colonia española. Vivimos la misma cultura, lenguaje, hasta el “voseo” del hablado usado en Maracaibo en el Estado de Zulia y en toda Nicaragua. Somos gente calurosa, amistosa y naturalmente acogedoras. Con estas características entre tantas otras es imposible no hermanarnos.

Nuestra fraternidad, va mucho más allá de las diferencias geográficas. Hemos estado relacionados desde hace muchísimo tiempo. Hubo un momento en la historia, que nuestros indígenas llegaron hasta territorio hoy de Venezuela, que posiblemente sea esa la razón por la que compartimos la misma forma de hablar con ciertas regiones venezolanas a causa de esa influencia indígena centroamericana que se logró mezclar en el sur.

Recordemos las relaciones políticas no tan antiguas, desde los finales de los noventa hasta la fecha, el presidente venezolano recientemente difunto, Hugo Chávez Frías, mantuvo relaciones políticas muy cercanas con el presidente de facto de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra. Lo que hoy les sucede, hermanos venezolanos, no es nada agradable para los nicaragüenses democráticos. Cabe mencionar que la injerencia de este señor en nuestro país fue irrespetuosa y arrogante. La desdicha que nos tocó de la espuria elección nacional pasada, le abrió las puertas tan ampliamente al señor venezolano, que se llegó a sentir hasta mejor que en su propia casa. Daba discursos a la población nicaragüense como si estuviera en  Miraflores, como si Nicaragua fuera una extensión de Venezuela. El mal sabor que  nos dejó el señor venezolano no se limpiara en esta generación.

Queridos conciudadanos venezolanos, son tantas cosas las que nos unen que es imposible no solidarizarnos con su lucha por la libertad. Nosotros, al igual que ustedes, también sufrimos una dictadura. Vivimos con el mismo miedo y la misma represión, pobreza, violencia, retraso, bombardeo de propaganda falsa, falta de oportunidades para los jóvenes, desempleo, censura mediática, robo del dinero del pueblo y una larga lista de etcéteras. El modelo es el mismo, con la diferencia del petróleo venezolano que genera tantas divisas que llama tanto la atención a la comunidad internacional, y que además representa moneda de cambio para el silencio complaciente y cómplice de casi todos los Estados del hemisferio americano.

Las razones que nos unen y nos solidarizan en su batalla por la paz van mucho más allá de la simpatía o la creencia en la democracia. Se trata más bien, de una herida profunda compartida. Nosotros también sentimos su dolor. A los nicaragüenses nos duele la patria al igual que ustedes. La sentimos robada, ultrajada y abusada por una dictadura mentirosa y  opresiva. Ahora en Nicaragua conocemos muy bien el sabor de la represión, el robo de oportunidades y el sometimiento a la voluntad del dictador de turno. Es cierto que este proceso de libertad conlleva mucha sangre, heridos, muertos, cárceles, llantos y duelo. Nosotros ya lo vivimos una vez, y aún no nos terminamos de recuperar de esa fractura. Sin embargo, tenemos la certeza que al final de tanto sufrimiento ustedes verán la luz y serán libres. Cuando esto termine, la dictadura y el maltrato del chavismo no serán más que una pesadilla del cual se despertaron y no tendrá más trascendencia en sus vidas que en los libros de historia.

Desde nuestro paisito les mandamos fuerzas, fe y esperanza. Los acompañamos en su lucha aunque sea a la distancia. Pese que no podamos estar presentes en su tierra, cuenten con nuestras oraciones, apoyo moral, y sobre todo difusión de conciencia social de su situación al mundo. Hermanos venezolanos, su pueblo representa para nosotros un ejemplo a seguir y una promesa a realizar. Su fuerza nos enseña que estas dictaduras de pobreza y miseria humana tienen un fin. Nos muestran que la organización, firmeza  y el vigor de un pueblo pueden ponerle fin al autoritarismo opresivo. Se han convertido en la chispa que encendería el fuego de una primavera latinoamericana que liberará a los pueblos de dictaduras similares.

Es preciso que su lucha por la libertad y la paz siga. Adelante, no se den por vencidos. La luz del día pronto llegará y la tormenta no será más que un mal recuerdo. La voz del pueblo venezolano vencerá. Hoy y mañana cantaremos con ustedes “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó, la ley respetando la virtud y honor…” con la esperanza que mañana nos acompañen con “Salve a ti Nicaragua en tu suelo, ya no ruge la voz del cañón…”


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