Oda a Venezuela
Por: Cristiana Guevara-Mena
La hermandad entre Nicaragua y Venezuela se manifiesta desde el calor de
los trópicos, las bellezas naturales en sus islas Margarita y Corn Island. En las
montañas de los Andes y nuestra línea de fuego de volcanes. Al igual que
maravillas de Salto Ángel y Ometepe. Compartimos el calor humano de sus pueblos
y la misma herencia de la colonia española. Vivimos la misma cultura, lenguaje,
hasta el “voseo” del hablado usado en Maracaibo en el Estado de Zulia y en toda
Nicaragua. Somos gente calurosa, amistosa y naturalmente acogedoras. Con estas
características entre tantas otras es imposible no hermanarnos.
Nuestra fraternidad, va mucho más allá de las diferencias geográficas.
Hemos estado relacionados desde hace muchísimo tiempo. Hubo un momento en la
historia, que nuestros indígenas llegaron hasta
territorio hoy de Venezuela, que posiblemente sea esa la razón por la que
compartimos la misma forma de hablar con ciertas regiones venezolanas a causa
de esa influencia indígena centroamericana que se logró mezclar en el sur.
Recordemos las relaciones políticas no tan antiguas, desde los finales
de los noventa hasta la fecha, el presidente venezolano recientemente difunto,
Hugo Chávez Frías, mantuvo relaciones políticas muy cercanas con el presidente de
facto de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra. Lo que hoy les sucede, hermanos
venezolanos, no es nada agradable para los nicaragüenses democráticos. Cabe mencionar que la injerencia de este señor en nuestro país fue irrespetuosa
y arrogante. La desdicha que nos tocó de la espuria elección nacional pasada,
le abrió las puertas tan ampliamente al señor venezolano, que se llegó a sentir
hasta mejor que en su propia casa. Daba discursos a la población nicaragüense
como si estuviera en Miraflores, como si
Nicaragua fuera una extensión de Venezuela. El mal sabor que nos dejó el señor venezolano no se limpiara en
esta generación.
Queridos conciudadanos venezolanos, son tantas cosas las que nos unen
que es imposible no solidarizarnos con su lucha por la libertad. Nosotros, al
igual que ustedes, también sufrimos una dictadura. Vivimos con el mismo miedo y
la misma represión, pobreza, violencia, retraso, bombardeo de propaganda falsa,
falta de oportunidades para los jóvenes, desempleo, censura mediática, robo del
dinero del pueblo y una larga lista de etcéteras. El modelo es el mismo, con la
diferencia del petróleo venezolano que genera tantas divisas que llama tanto la
atención a la comunidad internacional, y que además representa moneda de cambio para
el silencio complaciente y cómplice de casi todos los Estados del hemisferio americano.
Las razones que nos unen y nos solidarizan en su batalla por la paz van mucho
más allá de la simpatía o la creencia en la democracia. Se trata más bien, de
una herida profunda compartida. Nosotros también sentimos su dolor. A los
nicaragüenses nos duele la patria al igual que ustedes. La sentimos robada,
ultrajada y abusada por una dictadura mentirosa y opresiva. Ahora en Nicaragua conocemos muy
bien el sabor de la represión, el robo de oportunidades y el sometimiento a la
voluntad del dictador de turno. Es cierto que este proceso de libertad conlleva
mucha sangre, heridos, muertos, cárceles, llantos y duelo. Nosotros ya lo vivimos
una vez, y aún no nos terminamos de recuperar de esa fractura. Sin embargo, tenemos
la certeza que al final de tanto sufrimiento ustedes verán la luz y serán
libres. Cuando esto termine, la dictadura y el maltrato del chavismo no serán
más que una pesadilla del cual se despertaron y no tendrá más trascendencia en
sus vidas que en los libros de historia.
Desde nuestro paisito les mandamos fuerzas, fe y esperanza. Los
acompañamos en su lucha aunque sea a la distancia. Pese que no podamos estar
presentes en su tierra, cuenten con nuestras oraciones, apoyo moral, y sobre
todo difusión de conciencia social de su situación al mundo. Hermanos
venezolanos, su pueblo representa para nosotros un ejemplo a seguir y una
promesa a realizar. Su fuerza nos enseña que estas dictaduras de pobreza y
miseria humana tienen un fin. Nos muestran que la organización, firmeza y el vigor de un pueblo pueden ponerle fin al
autoritarismo opresivo. Se han convertido en la chispa que encendería el fuego
de una primavera latinoamericana que liberará a los pueblos de dictaduras
similares.
Es preciso que su lucha por la
libertad y la paz siga. Adelante, no se
den por vencidos. La luz del día pronto llegará y la tormenta no será más que
un mal recuerdo. La voz del pueblo venezolano vencerá. Hoy y mañana cantaremos
con ustedes “Gloria al bravo pueblo que
el yugo lanzó, la ley respetando la virtud y honor…” con la esperanza que
mañana nos acompañen con “Salve a ti
Nicaragua en tu suelo, ya no ruge la voz del cañón…”
Buen Sabado! Buen fin de semana!.
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