Relevo generacional: ¿liderazgo o servilismo?
Por:
Cristiana Guevara-Mena
Hay algo que los jóvenes de todas las corrientes
políticas de Nicaragua no hemos entendido o no tenemos muy claro. De acuerdo a
la vieja escuela, nuestros antecesores nos han enseñado que es preciso ser leal
e incondicional hacia un caudillo o partido, llegando, incluso, hasta la
sumisión indigna para poder escalar dentro de las estructuras del partido y
alcanzar un puesto relevante en las instituciones del país. Sin
embargo, ¿qué tan factible es esta forma de crear liderazgo?, ¿están nuestros
antecesores formando líderes pensantes o solo entes autómatas y serviles,
fieles a la voluntad de sus mayores?
Hemos
heredado una conducta viciada de los actuales participantes en la política, que
de por sí hay muchos que llevan más de quince años en el poder, que confunden
el liderazgo político y la disciplina partidaria con servilismo y sumisión.
Como consecuencia entendemos estas malas costumbres como única referencia de comportamiento que nos desorientan a la
hora de actuar y tomar decisiones.
Entiéndase
como disciplina partidaria el trabajo interno del partido con el cual se pretende lograr conductas acordes que
tiendan a conseguir los objetivos políticos partidarios en beneficio de sus
afiliados y de la nación. Por otro lado, conocemos que el liderazgo político
significa el reconocer en una persona sus cualidades y talentos especiales,
para guiar en determinada momento político los intereses del grupo partidario
en beneficio del país. No es un bien hereditario ni una empresa, sino una
responsabilidad de servicio público.
De
manera que para ser un verdadero líder político, se debe de tener una noción
clara sobre estos conceptos para no confundirlos
con la incondicionalidad canina. Esto implica tener el suficiente conocimiento,
la convicción y el valor para tomar riesgos, defender sus propias ideas y
trabajar en equipo en función de un objetivo.
Es
por esto que los jóvenes partidarios de izquierda o derecha, hemos sido
utilizados como carne de cañón, jauría entrenados al ataque, y somos enviados a
hacer plantones, a actuar como turbas delincuentes, rezar en las rotondas,
saturar plazas, y llenar el espacio para un spot publicitario. Lo peor de todo
es que a falta de criterio propio, somos fácilmente manipulables para votar a
favor o en contra de un candidato en temporada de elecciones.
Es
fundamental que los jóvenes nos eduquemos por nuestra propia cuenta, en temas
que desarrollen nuestro criterio, de manera que lleguemos a nuestras propias
conclusiones. Con esto podremos tomar decisiones y acciones con creatividad e
imaginación que realmente hagan la diferencia. Es necesario llenarse de
información de todo tipo y desarrollar un hábito de estudio. Comprendamos que
el conocimiento es nuestro mejor aliado ya que
alimenta nuestra individualidad como seres humanos, a la vez que nos enriquece
como sujetos políticos.
Con
un gobierno mafioso e invasivo como el actual, es preciso desenvolverse de una
forma nueva, ágil e imaginativa, ya que repitiendo los viejos errores de nuestros padres políticos no llegaremos a ninguna parte. Debemos despertar nuestras mentes para
ser líderes y pensar por nosotros mismos, sólo así pondremos en evidencia
las miserias morales y corrupciones internas para desafiar la autoridad desde
adentro con argumentos serios y reales. No busquemos aparecer en los medios de
comunicación haciendo el ridículo en las calles con plantones sin continuidad,
marchas que no hacen más que obstruir el tráfico, ni con turbas que no son otra
cosa que delincuentes desatados. El liderazgo está en nuestra capacidad de
tomar decisiones diferentes, racionales y oportunas.
Nuestra
realidad actual de partidos políticos nos presenta en su cúpula a ancianos
oportunistas que no nos darán
espacio, y es ingenuo y soñador suponer que lo harán porque somos el relevo generacional. Por lo tanto debemos representar algo distinto, golpear la mesa e
imponernos con ideas irrefutables y protestar contra el sistema actual. No
dejemos que los comportamientos tradicionales arcaicos y mediocres abrumen
nuestra personalidad como nuevos políticos. La forma idónea de pensar por nosotros mismos es educándonos para
desarrollar criterio y carácter. Es la única manera de generar cambios
positivos y sustanciales en la política y, sobre todo, en nuestras vidas. No
hay otra manera.