Los nefelibatas
Por: Cristiana Guevara-Mena
Sube y sube, pero ten
Cuidado, Nefelibata,
Que entre las nubes también
Se puede meter la pata.
-Antonio Machado
Nefelibata. ¿Qué palabra más extraña, no? Esa palabra se refiere a las
personas soñadoras que viven en las nubes. Se formó con las palabras griegas nephéle, que significa ‘nube’ y bates ‘el que anda’. Rubén Darío, fue el
primero que la utilizó en su poema Epístola,
que escribió en homenaje a la esposa de Leopoldo Lugones, quien fue un poeta, ensayista,
periodista y político argentino. Esta palabra curiosa es muy utilizada entre la
gente muy culta para referirse a los poetas, que viven siempre en las nubes y
no les gusta vivir su propia realidad.
Habiendo comprendido el
significado de esta palabra tan rara, hablemos un poco sobre los poetas en
general. Desde que la humanidad existe, el hombre ha interpretado su realidad a
través de figuras y cantos, el drama de su propia realidad. En el mundo griego,
existían autores como Esquilo, Sófocles, y Eurípides, quienes fueron los tres
grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, que mediante sus relatos de
amor y luchas relataban el conflicto de la sociedad griega. Los trovadores del
Medioevo, con cantos y danzas de poemas románticos y épicos, hacían vivir a los
pueblos su verdad. Trasladémonos ahora a América. En Cuba, el famoso poeta
cubano, José Martí, fue consecuente con lo que escribía, fue luchador por la
libertad de su país y entregó su vida en el campo de batalla. En Nicaragua,
Rubén Darío en Oda a Roosevelt,
describió la relación internacional entre Estados Unidos y Nicaragua que aún es
una situación dramática. Asimismo, los autores y actores políticos como Ernesto
“Che” Guevara y Carlos Fonseca Amador, reflejan en sus escritos un pensamiento
ideológico y una visión de la realidad que los rodeaba.
No podemos negar que nuestro
país está atravesando un momento oscuro, triste y dramático. Aquí, las verdades
son falsificadas y los valores se encuentran asfixiados por una propaganda
totalitaria y mediocre extendida por todo el país. Esto pretende secuestrar la
imaginación de todos los nicaragüenses, amedrentando a las personalidades
sobresalientes haciendo que ellas mismas se suiciden intelectualmente mediante
una autocensura voluntaria. Sepamos que esta conducta es promovida por la
persona responsable de la difusión y la cultura del gobierno.
La generación a la que
pertenezco, a los que nacimos en los años ochenta, señalamos y criticamos la
generación de nuestros padres por incompetentes, corruptos, ignorantes y
arrogantes, que nos han llevado a la triste situación que vivimos hoy. Mi
generación quiere encontrar en los poetas y escritores locales la expresión en
la que vivimos, la protesta y la resistencia al secuestro intelectual. No
queremos aceptar ni permitir que los poetas actuales vivan una nefelibata, que
sólo escriban sobre sus confesiones o de su mundo tóxico de depresiones que llevan
como bandera, porque sería una traición deshonesta de la necesidad de libertad
de nuestro pueblo. Queremos encontrar en los poetas y escritores de nuestra
generación que publican en el siglo XXI, un relevo que se ajuste a la situación
actual, que manifiesten sin miedo y con mucho patriotismo su acción solidaria
con el resto de la población bajo las diferentes expresiones artísticas y
culturales, que no sería primera vez que se hace en nuestra historia poética
nicaragüense.
Es a través de estas palabras,
no como autora, sino como ciudadana nacida en los años de “la noche oscura”, le
pido a los poetas de mi generación que vuelvan sus ojos hacia nuestra realidad
llena de angustias, miedo, atropellos y una larga lista de etcéteras que
compartimos todos los nicaragüenses que no estamos en las filas de obediencia o
lealtad del gobierno actual. Les exijo como una más de la generación, que
expresen con valentía y hermosa poesía lo que vive nuestro pueblo. Expresen con
coraje lo que vivimos. Asuman su rol y responsabilidad que les corresponde.
Porque si no, la ausencia de esa expresión deberá de entenderse como cobarde
complicidad por la voluntaria autocensura, y pasarán a la historia como los
poetas silenciados viviendo la nefelibata. Como dice Octavio Paz en el prólogo
de su obra Sor Juana Inés de la Cruz o
las trampas de la fe: “Ignorar la relación entre la sociedad y poesía sería
un error tan grave como ignorar la relación entre la vida del escritor y su
obra”.
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