La Rebelión en la Granja
Por: Cristiana Guevara-Mena
La Rebelión en la
granja es una novela satírica de reclamo social, escrita por George
Orwell en 1945. Trata de un grupo de
animales en una granja que
expulsan al muy borracho Sr. Jones, dueño de Granja Manor, que hacía un mal
trabajo en la administración de la granja, y crean un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en una tiranía brutal.
Comienza con un cerdo viejo y sabio, Major, que anima a los animales
desatendidos a rebelarse y manejar la granja ellos mismos, diciendo que todos
deben ser iguales. Luego muere. Todos están emocionados con la rebelión menos
Benjamín, un burro cínico cuyo papel principal en la vida es ser cínico. Los animales se rebelan, y los cerdos terminan
desempeñando el papel de los líderes, y eliminan los primeros ideales de
igualdad de Major.
Surge luego un
conflicto inmediato entre dos cerdos, Napoleón y Bola de Nieve. A raíz de ese
conflicto, Napoleón, para hacerse el Todopoderoso, emplea y entrena nueve
perros feroces y enormes que robó cuando eran cachorros, y se aleja de Bola de
Nieve. Los cerdos terminan destruyendo
todo, rompen todas las reglas, y se aprovechan de los otros animales. La vida
en la granja cada día empeora más, los animales se olvidan del sueño original
de Major y los cerdos toman malas decisiones una tras otra. El momento más bajo
es, cuando los cerdos mandan a morir a Bóxer, un caballo leal y trabajador que
está listo para retirarse. En resumen,
los cerdos empiezan a parecerse mucho al antiguo dueño con quienes empezaron,
tal vez aún peores. Al final Benjamín, el viejo burro cínico, tenía razón.
Esta historia de
Orwell nos recuerda a nuestra realidad nicaragüense, especialmente al celebrar el
19 de Julio. Nuestro primer dueño de la granja era Anastasio Somoza García. Que
con su represión y no tan buen manejo de la granja, causó la insatisfacción e
intolerancia de los animales. Esta situación da lugar a que surja como líder
uno de los habitantes porcinos, que comparativamente sería Augusto César
Sandino, con propuestas de libertad, que anima al resto de los habitantes de la
granja a rebelarse contra dicha tiranía y a que se gobiernen por ellos mismos. Lamentablemente,
el legendario líder se muere.
De los nueve
comandantes porcinos que lideraron la última rebelión, quedaron sólo dos
cerdos. Uno está en el gobierno rodeado de la Policía Nacional y el Ejército,
que actúan como los perros robados y entrenados desde que eran cachorros. El
otro, de tendencia intelectual, que hoy día se llama “renovador” y no tiene
perros, ha sido expulsado y apartado del poder. No nos confundamos, al final
todos son iguales. Podemos afirmar que, como en la novela,
los cerdos son los culpables de la destrucción de la granja. Esto ha causado
que la vida de los habitantes sea cada día más deficiente, con la natural
excepción de los afines al poder. Todos los cerdos se han olvidado del mensaje
del jefe Major. Ahora manejan la granja peor que el hombre blanco.
Recordemos también la
muerte de Bóxer, el caballo leal y trabajador que mandan a morir, como nuestra
fuerza aérea que se ha muerto en un accidente de helicóptero misteriosamente.
Nadie sabe por qué murieron, como el caballo Bóxer. Asimismo, el burro cínico que
nunca estuvo de acuerdo con nada, es igual a los sectores inconformes que
siempre han sido opositores y que nadie les hizo caso, pero que al final tenían
la razón, a ver si esta vez los pobladores de la granja le escuchan.
Nuestra Nicaragua,
como la novela, necesita una nueva clase de rebelión, que represente el
despertar de la ciudadanía sometida a la tiranía brutal de los cerdos. Esta
rebelión debe ser optimista y con nuevas ideas que representen el bienestar popular.
Los que somos de esta granja, todavía creemos en la libertad y en la justicia
para todos, igual como lo decía el viejo Major. Ahora es el turno del resto de
los habitantes a tomar las riendas de un nuevo liderazgo para un mejor país, es
decir, una mejor granja. El tiempo es ahora, sólo que esta vez, no tomaremos en
cuenta a ningún cerdo, ya sabemos de lo que son capaces. Si los hemos de tomar
en cuenta, que sea para sacarles la manteca, para alimentar al resto de la
granja que ha pasado hambre por demasiado tiempo.
excelente
ResponderEliminarDE QUE EDITORIAL BIENE
EliminarEditorial: Harvill Secker
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